domingo, 2 de abril de 2017

Mi camino lo dirijo yo

¡Buenas noches!

Hace justo una semana venía en el autobús desde Badajoz, de vuelta a Cáceres. Estaba mirando atentamente por la ventana, cautivada por el paisaje mientras pensaba en mis cosas, cuando escuché algo que me hizo aterrizar de un plumazo.
Justo en el asiento de detrás iban unos chicos hablando sobre las etiquetas sociales y el papel que desempeñaban cada uno en su grupo de amigos. Uno de ellos, cansado de esa carga que llevaba encima, explicaba que realmente no se encontraba en lo que los demás pensaban de él, pues al parecer lo tenían como un rebelde pero en verdad solía ser bastante profundo y sensible. También justificaba que en sí, era el tiempo quien le había puesto en el lugar que hoy por hoy tenía. Sus padres le habían marcado unas expectativas en la vida, expectativa que hacían que se sintiera incómodo al no corresponder con él mismo. Debido a ello se había propuesto hacer justo lo contrario incumpliendo las normas, faltando a clase, cometiendo robos o ni presentándose en casa a dormir.

Es necesario preguntarse: ¿Qué son las expectativas? ¿Qué grado de importancia tienen? ¿Hasta qué punto pueden influenciar en uno mismo?

Algunas personas las califican como sueños, metas, ilusiones, gratificaciones, objetivos que se reflejan en nuestro comportamiento y en los pasos a realizar para alcanzar la máxima aspiración en nuestras vidas. La mayoría de veces vienen sin ser llamadas, pues cuando nos relacionamos con los demás creamos un fishback que nos hace esperar cosas de ellos, al igual que ellos esperan cosas de nosotros. Es aquí donde se detecta el gran problema, pues para llegar a confortarnos como persona debe existir un equilibrio entre estas dos variantes. Sin embargo, este debate generado por dos extremos muy marcados, jamás es neutral y una de las dos partes acaba siempre victoriosa, los demás. Al fin y al cabo, luchamos plenamente para satisfacerlos. Nos dejamos arrastrar hasta el punto de creer ser como los que nos rodean dicen que debemos ser, sin dar una de cal y otra de arena.

Asumimos roles, ocupaciones, obligaciones y formas de vida que no llegan a corresponder con nosotros mismos. Cuando intentas encajar una pieza en una casilla que no es la suya, se acabará destrozando o estropeando el puzzle al ser forzado. Lo mismo pasaría si nosotros llegáramos a adoptar algo que no es para nosotros, como el caso de aquel chico que iba detrás de mí en el autobús. Además de problemas personales, también se crean problemas en y con los demás al actuar de manera contraria como acto de rebelión ante la injusticia que se da.

Es cierto que vivir en sociedad implica acatar ciertas normas, pero tampoco se puede llevar ese acatamiento a una sumisión por complacer a los demás. Como bien he dicho anteriormente, siempre hay que buscar el equilibrio. Ese punto medio es el camino a seguir, donde te encuentras bien, donde notas que avanzas. No se deben tomar actitudes como la de este chico, está genial que no te quedes callado y que no hagas lo que no te corresponde, pero sin llegar a ser extremista. Puedes hacerte daño a ti mismo por hacerle daño a los demás.

Tú eres el único dueño y creador de tu vida, moldea y juega con ella a tu gusto. Vívela como quieras y disfruta mientras lo haces.




2 comentarios:

  1. Hola mi Lauri. Con tu entrada me he sentido muy identificada. Cuando hablamos de mi forma de ser siempre me dices que soy muy extrovertida, muy liberada y hago las cosas sin ton ni son, solo porque me apetecen. Yo también he sido ese chico. Mis padres muchas veces me han marcado una nota, una hora, unos límites. Sin embargo, tuve una mala época en mi vida y se me fue de las manos. Gracias al apoyo pude centrarme y seguir hasta donde estoy.
    Cuando acabas tu entrada diciendo que cada uno es dueño de su propia vida y de su camino, tienes totalmente razón. Nadie mejor que tú sabe lo que quiere, lo que necesita y hasta donde puedes llegar. Todos aquellos que alguna vez te dijeron "no puedes, déjalo", te envidiaban. Temían que fueras tú quien superases sus expectativas, y ahí estás, superando a todos, superándote a ti misma.

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    1. ¡Hola querida Arantxa!
      Es cierto que cada uno es dueño de su vida, los que están a nuestro alrededor están simplemente para ayudarnos, aconsejarnos y apoyarnos en las decisiones o momentos importantes para poder seguir adelante. Me gusta calificarlos como lucecitas, aquellas que nos dan una pista de por dónde debe ir nuestro camino. Pero jamás son los que deciden, ya que es tu propia vida y nadie mejor que tú mism@ sabe de qué manera dirigirla.
      Que cada cual forme su recorrido ayudado de las buena vibraciones, de las sonrisas amables y de los sentimientos de orgullo de aquellos que ven todo lo que conseguimos y nos dan una palmadita en la espalda seguida de "Eres un/a campeón/a". Ahí, justo en ellos, está la esencia de la vida.
      Un saludo.

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